viernes, 25 de enero de 2008

Taxidermia


Una palabra define bien lo que uno experimenta al ver Taxidermia: Asco. Pálfi, su director, no quería que sintiesemos lástima por los personajes, tampoco quería que nos identificasemos con ellos, Pálfi solo tenía una cosa clara: "La gente debe sentir asco". Hasta tal punto llega el realismo en Taxidermia que hasta la propia película acaba coginedo un regustillo desagradable. Entonces todo se vuelve asqueroso en ella y es el momento para cerrar una película. Una película bien narrada, de ritmos lentos y juegos de cámara (en este caso mencionar la forma de utilizar los travellings y barridos, simulando el paso del tiempo.

Taxidermia es la historia de una familia a lo largo de tres generaciones (abuelo, padre, hijo). Los componentes de esta familia solo tienen una cosa en común: una fijación por la carne, en todas sus formas.
Y aunque se trate de una película dificil de extender por un público reacio a lo morboso, a lo osceno, a lo sangriento y a lo más animal, Pálfi demuestra con Taxidermia que no hace falta contar con una superproducción para contar bien una historia, manteniendo algo que admiro y adoro, el sello personal del autor.
Pálfi es de esos directores que puedes reconocer solo con la forma de grabar y eso no se aprende en ningún lado.

¿Y por qué es arriesgado hacr cosas como Taxidermia?. No solo porque no tiene filón comercial, eso ya lo dijimos. Sino porque Pálfi se salta una regla del cine que no es fácil saltarse sin salir perjudicado y no digamos la habilidad que hay que tener para que te salga tan redondo como le salio a Pálfi. Me refiero a humillar y a alejar a los actores del espectador. En las películas, el bueno, el malo, el policia, incluso la niña del fondo que no hace nada deben tener un "algo" que haga que el público sienta simpatía por ellos, de esta forma despistar al público o mantener interesada a la gente que mira a la pantalla y no dejar que aparte la vista ni un segundo.


Pálfi hace que el espectador sienta repulsión por sus personajes, por todos, por todos los que salen en Taxidermia. Las escenas de "asco" son tantas que saturan la película y hacen que todo aquello que pase tenga una connotación desagradable aunque no esté pasando nada que sea desagradable en si, no sé si me explico.

Otra de las cosas que acaban dce rematar la locura de Pálfi es el otro punto, el de mirar a la pantalla. Este director hace que sea costoso aguantar la mirada en la pantalla, incluso diría que poca gente, sabiendo a lo que están acostumbrados, estaría a gusto con esta película.
Por estas dos cosas que parecen contradecirse con los objetivos que en teoría debe tener un director en mente, Pálfi, se merece un pequeño reconocimiento.

Nota: 7 (Lo que importa es la narrativa y la peculiaridad de la película, no hay mucho más que destacar, Pálfi juega en su contra y para eso hay que tener huevos)

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